Cada nuevo curso que empieza planteo a los alumnos la misma pregunta ¿Por qué estudiamos inglés? Las miradas de los alumnos siempre son de sorpresa dado lo obvio de la pregunta. Una vez captada la atención, respondo yo mismo a la cuestión: Porque es una lingua franca. Los alumnos entonces vuelven a torcer el gesto ante el latinismo.

Una lengua franca o lengua vehicular es un idioma adaptado para propiciar el entendimiento entre personas que no poseen la misma lengua materna. Un ejemplo sencillo; imagínese que usted está de vacaciones en Oslo, se sienta en una terraza para almorzar y el camarero, al escuchar que la conversación que mantiene con su acompañante no es en noruego, espeta educadamente en inglés: ¿Qué les apetece tomar? O cuando escribe un mail de trabajo a una empresa de habla no hispana o compra algo a través de internet fuera de nuestras fronteras. Los ejemplos son tan innumerables como inabarcables.

El idioma inglés no ha sido el primero en cosechar esta «denominación de origen». A lo largo de la historia, de Atenas a Mesopotamia pasando por el norte de África, el Gobi, o las antípodas australianas, los humanos han tenido la vital necesidad de comunicarse. Ya en las primeras transacciones comerciales entre personas que no compartían una lengua materna, los mercaderes y comerciantes usaban una lengua franca como código comunicativo. El griego, el suajili, el sanscrito, el hindi, el quechua o el arcano fueron en su día usados por grandes o pequeñas comunidades que requerían un entendimiento mutuo. El latín probablemente sea una de las lenguas francas que tuvieron más vigencia a lo largo de la historia, por eso suele ser un buen ejemplo cuando hablamos de lenguas vehiculares.

Hoy en día, si hay una lengua que posea todas las características anteriormente citadas, es el inglés. Más allá de su pasado colonialista, lo que propició que la lengua de imperio se expandiera por los cinco continentes, fue a partir de la segunda guerra mundial donde el inglés fue desbancando a sus posibles rivales en estatus; en el mundo occidental, el alemán, pero especialmente el francés. El poder y la influencia de los Estados unidos en la segunda mitad del siglo XX en los procesos socioeconómicos y geopolíticos consolidaron el inglés como lengua dominante en la política internacional, la ciencia, el comercio internacional o el transporte. Sumémosle a esto el colonialismo cultural y la influencia de la música anglosajona, la televisión, la publicidad o el cine made in Hollywood.

Por otro lado, hay otras lenguas que, por los mismos motivos socioeconómicos y geopolíticos que hemos citado, se encuentran en clara expansión. Pues no olvidemos que los idiomas están vivos y en continua evolución; y los que se estancan están condenados a perder vigencia e incluso, como tristemente ocurre con algunas lenguas de pequeñas comunidades humanas, en riesgo de extinción.

El inglés, a día de hoy, no corre ese riesgo, está en todas partes y cada vez son más las expresiones y vocablos que tomamos prestadas y vamos adhiriendo a nuestro léxico, muchas veces sin percatarnos. Por lo tanto, retomando el ejemplo de aquellos comerciantes y mercaderes ambulantes del pasado, para nuestros alumnos, su dominio se  muestra fundamental en un mundo cada vez más globalizado.

Raúl Real | Profesor de inglés en los Grados Superiores de Comercio Internacional y Transporte y logística